Patria
libre o Miami!
Ayer se vio en Miami un espectáculo digno de un
Grammy, o por lo menos de una mención honorífica a la Novela del Año. Ozzie
Guillén, el hombre con el tacto de un urólogo con dedos de gorila, pidió
perdón de rodillas (en forma virtual por supuesto) al exilio Cubano por haber
dicho que él amaba a Fidel porque “ese hijueputa ha evitado que lo maten por sesenta
años” o algo así. El liderazgo político del exilio Cubano, que se caracteriza por la sutileza de
su lenguaje y por su apego rígido a las reglas gramaticales de la lengua
Castellana, se volcó a las calles—más exactamente a la cuadra de Calle Ocho
entre las calles 35 y 36 del South West, enfrente de la ventanilla de café del
Versailles, el centro de efervescencia intelectual de la Cubanía Mambisa—para exigirle
a los Marlins que despidieran a ese maricón Chavista y a boicotear al equipo
hasta que ese asqueroso comunista Venezolano no se vaya de la ciudad.
Verdaderamente un amplio despliegue de democracia en acción. Ahora cabe
especular si la suspensión de Ozzie por cinco juegos va a aplacar al monstruo defensor
de la libre expresión.
El nuevo estadio de los Marlins fue construido por un multimillonario propietario que recibió una "contribución" de 500 millones de dólares de un alcalde Cubanoamericano de Miami para subsanar los costos de construcción--un verdadero despliegue de corrupción que evadió la indignación de los guardianes de la libertad en el exilio. Como quien dice, ese alcalde es un hijueputa, pero es nuestro.
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