Del cachondeo al chamuyeo
La nacionalización
de los Yacimientos Petrolíferos Fiscales (YPF) por parte del gobierno de Argentina
ha sido manejada muy gauchamente; a tal punto que no sé a quien creerle. El Clarín de Buenos Aires dice que todo
el pleito se debe a que los españoles son unos sinvergüenzas que sacaron el
petróleo, lo vendieron a buen precio y no invirtieron nada en el mejoramiento
de la planta y equipo de YPF. Como corolario argumentan que una vez que
hubieran extraído todo el petróleo argentino al menor costo posible la REPSOL vendería
su parte y se iría a la mierda. La nacionalización es por lo tanto una honorable
acción para proteger los intereses nacionales. Por su parte El País dice que con ese acto de
vandalismo financiero la Presidenta trata de crear un conflicto como el de Las
Malvinas, tratando de utilizar el nacionalismo como un escudo para esconder las
barbaridades económicas de su gobierno que están llevando a Argentina a la
ruina. La nacionalización es injustificada y es prácticamente una declaración de
guerra a la madre patria. Es simplemente una violación de las reglas más
elementales del mercado mundial de inversión. ¿A quién creerle? ¿A la REPSOL? Yo
he visto a Telefónica, a Unión Fenosa y a otras compañías transnacionales españolas
actuar en forma depredadora en Centro América. Primero prometen que solo la
puntita y después que logran capturar una posición monopólica proceden a meterla
toda y saquear al país. A pesar de que ahora sus ejecutivos tienen MBAs y
hablan inglés yo siento que nos siguen viendo como indios a quienes se debe explotar
sin misericordia. ¿Estoy exagerando y estoy errado? Es muy posible que ambos, pero no creo
que ese sentimiento sea accidental. Por otro lado, bien sabemos que la mayor parte
de los gobiernos argentinos nunca han sido acusados de trabajar por el bien de
su pueblo. Un ejemplo: en los últimos cinco años el sector agropecuario
argentino experimentó una magnífica bonanza económica, producto de los altos
precios del trigo y la carne en el mercado mundial. ¿Qué hizo el gobierno? Subir
drásticamente los impuestos de exportación; como quien dice, permíteme encarecer
tu producto para que seas menos competitivo y nos jodamos todos. Peor aún, el
gobierno no ofrecía nada a cambio—solo un aumento en el empleo clientelista en
puestos fantasmas gubernamentales. Otro ejemplo: perdonen que saque otra vez a
relucir la guerra de Las Malvinas, pero ahí está, aunque en defensa del
ejército argentino debo reconocer que en esa guerra quedaron subcampeones. En
resumidas cuentas lo que me huelo es una tragicomedia parecida a un pleito
bochornoso entre ladrones que violan las reglas mínima de decencia del bajo
mundo al mentarse la madre entre ellos mismos.
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