La curiosa moralidad política
republicana
La campaña
electoral republicana actual está dominada—casi literalmente—por Blanca
Nieves y los siete enanos (mis disculpas a los enanos, pero la culpa es de los hermanos
Grimm). Cada dos semanas cambia el pre-candidato a la cabeza de las encuestas a
medida que sus incapacidades ya anunciadas por los medios de comunicación comienzan
a calar en las neuronas del electorado. Me imagino que el nivel de debate electoral
es tan bajo que la gente prefiere sintonizar The X-Factor, o The Real Housewives
of New Jersey.
Hace dos
semanas Hermann Cain fue acusado de acoso sexual por cuatro mujeres diferentes,
resultando en la pérdida del liderato de turno. Hoy por la mañana Cain anunció
que va a reevaluar su candidatura en vista de las revelaciones que hizo una amante
que tuvo por 13 años. Hace una semana el liderato pasó a manos de Newt Ginrich,
quien despotricó a Obama a diestra y siniestra por permitir la existencia de
las financieras para-estatales Freddie Mac y Fannie May, quienes fueron parcialmente responsables
por el colapso hipotecario que tiene al país en recesión. Sin embargo, Ginrich
recibió más de $1.8 millones como consultor de Freddie Mac durante los últimos
ocho años, reconfirmando su fama de hipócrita, la cual comenzó hace años cuando
estaba casado y tenía una amante, mientras en público atacaba a Clinton por sus
aventuras sexuales con Monica Lewinsky. Mientras tanto, Mitt Romney cambia de posición
política dependiendo de lo que dice el zeitgeist
esa semana. Ya Rick Perry tuvo su turno y se ponchó y Michelle Bachman fue out en segunda. Los otros no cuentan, o esperan que los demás se quemen solos para
ver si ellos anotan por base por bola.
Lo que me
dice todo esto es que el electorado republicano ya considera como ordinario la
falta de ética y moralidad de sus líderes, lo cual augura muy bien para la
campaña de Obama, quien se los va a comer vivos cuando la campaña arranque en pleno.
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