De estrategas a tácticos a estrategas
Al comenzar
el gobierno de Doña Violeta en 1990, varios profesionales Nicaragüenses que residían
en el exterior reconocieron la necesidad de crear una estructura política
alternativa al Sandinismo. Al igual que en el caso de marcas viejas pero
reconocidas—Zepol, Mejoral, Kola Shaler—este grupo reconoció el valor de la
marca Partido Liberal Constitucional y desarrolló una excelente estrategia para
llegar al poder utilizando como punta de lanza al popular alcalde de Managua
Arnoldo Alemán. El grupo incluía, entre otros, a José Antonio Alvarado y
Lorenzo Guerrero, ambos Granadinos, altamente capaces y de gran habilidad y
paciencia para planear a largo plazo. José Antonio (Chitoyo) era pariente lejano del General liberal Rigoberto Reyes y Lorencito
era hijo del ex-Presidente liberal Lorenzo Guerrero. El grupo también incluía a
opositores al Sandinismo conectados con la contra (Jaime Morales Carazo) o con
estructuras políticas rurales (los Rizo en Jinotega, los Bolaños en Masaya, los
Incer en Boaco, los Urcuyo en Rivas). El plan funcionó y el PLC se transformó
en una fuerza política que pudo derrotar al Sandinismo en forma contundente en
1996. Una vez en el poder los grandes estrategas del liberalismo se
convirtieron en tácticos, tratando de maniobrar—a veces hasta en forma maquiavélica—para
llegar a la presidencia al finalizar el mandato de Arnoldo. Lástima. Esa
conversión dejó al liberalismo sin un plan a largo plazo y con gran vulnerabilidad
interna a las ambiciones personales que lo llevaron eventualmente a su actual
situación.
¿Qué ha
pasado con los grandes estrategas ahora que Arnoldo fue rechazado totalmente
por el electorado? No sabemos todavía, pero como dicen los chinos, una gran crisis
es también una gran oportunidad. En términos de carisma político Chitoyo queda bien situado para tomar
las riendas del partido, siempre y cuando la nueva estrategia incluya un equipo
operativo más joven que pueda representar al pueblo Nica, el cual es totalmente
diferente de cuando el PLC llegó al poder en 1996. La mitad de nicaragüenses es
menor de 18 años. Los nuevos votantes no se acuerdan de Doña Violeta y la tranquilidad
política tan refrescante que se dio después de una década de revolución. Por lo
tanto, para poder re-inventarse los líderes del PLC tienen que entender que en
esta nueva era hay que ser parte de la cultura de Calle 13, de Facebook, y de
las ambiciones empresariales de los jóvenes pobres que quieren ser clase media.
Esto quiere decir que los políticos de base tienen también que salir de este segmento
demográfico. Para poder volver a ser relevante el PLC tiene que volver a pensar
a largo plazo.
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