Nunca, pero nunca, nos hubiéramos
imaginado que Daniel haría fraude
La recolección de
firmas para denunciar el fraude electoral es comprensible pero inútil. No es
exactamente una pérdida de tiempo, pero es un mal manejo de las energías
políticas de la oposición al Danielismo. Antes de rasgarse las vestiduras
post-coitus la oposición—léase el PLC y el PLI porque los otros dos partiditos
son un par de oportunistas sin vergüenza alguna—debe analizar su estrategia
anterior y aprender ciertas lecciones estratégicas y tácticas fundamentales. El
fraude perpetrado por el Danielismo durante las elecciones municipales de 2008 fue
denunciado pero tolerado. Luego siguió la farsa de la Corte Suprema y su
interpretación tan folklórica del derecho a la reelección. Luego siguió el
juego de las cédulas y la falta de espinazo para sacar a Roberto Rivas del
Consejo Supremo Electoral por corrupto. Toda una serie de errores tácticos que
fueron atorando el espacio de maniobra de la oposición. Si los líderes del PLI
no actuaron con decisión en ese entonces ahora están pagando las consecuencias.
¿Qué hubiera hecho Daniel en circunstancias similares? Enviar su gente a la
calle a echar morterazos; buscar a los pobres para salir a la calle y paralizar
el tráfico; generar un clima álgido y paralizar el país. Esa habilidad de
Daniel de movilizar a los pobres es en sí un síntoma claro del problema que tiene
la oposición: son representantes solamente de la clase media. No hay nada malo
en eso; de hecho es muy bueno, pero no tienen resonancia entre los pobres y eso
es un grave problema. Mientras Nicaragua siga afectada por la pobreza, el
Danielismo tiene un piso de militantes que siempre van a salir a la calle
porque tienen poco que perder.
¿Entonces, qué
hay que hacer? Estratégicamente el PLC y el PLI tienen que buscar un líder
unificador. Si hay que comprar votos en la estructura del PLC para expulsar a
Arnoldo, pues se hace. Hay que elaborar una estrategia unificada. La cultura
política de Nicaragua a nivel municipal desafortunadamente funciona a base de
clientelismo. Hay que ser estratégicamente clientelista y punto.
Estratégicamente hay que pensar en las estructuras del partido unificado a
nivel municipal. Ahí es donde estaba la fortaleza de Arnoldo y donde está la
fortaleza del Danielismo. Eso quiere decir que hay que hacer el mismo trabajo
de hormigas que hizo Daniel entre 1990 y el 2006. Dieciséis años de paciencia laboriosa
para armar su estructura política a nivel de poblado. Claramente, si no hay
estructura, no hay voto. Es en estos temas en que la oposición debe gastar sus
energías, no en denunciar una muerte anunciada o en hacer caricaturas de
Caputo, Insulza y el resto de boludos de la OEA. La oposición al Danielismo tiene
que establecer un plan político a largo plazo que enfrente la realidad del
votante pobre y comience a trabajar desde abajo. Si no la hace, está frito,
pues tendrá que esperar por unas elecciones en las cuales la gente vote en contra de Daniel y eso no va a pasar
por mucho tiempo.
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