Indignados deberíamos estar todos
Comenzó con un
plantón en el centro de Madrid. Mi hijo, quien vivió un año en Barcelona y que
conoció de cerca la situación de sus amigos, me comentó en ese entonces que la
mayoría de los indignados eran un poco vagos, pues se la pasaban quemando hashish
de vez en cuando, chiripiando en trabajitos aquí y allá lo suficiente como para
pagar por una patineta nueva y unas cervezas y, en general, pasando una vida
sin rumbo y con poca esperanza. Luego le tocó a él. Mi hijo tiene 23 años, una maestría
en diseño urbano y una frustración total de ver como en Miami los policías y
los bomberos con educación de secundaria y poder sindical se han aliado con los
políticos locales para asegurar salarios de más de 100 mil dólares anuales y retirarse
a los 50 años con 90% del salario por el resto de su vida. Está indignado
porque no hay empleo en una ciudad en la cual los bancos le dieron crédito a
gente que no existía a cambio de comisiones jugosas y la transferencia de la tóxica
hipoteca a un programa de rescate federal. Indignado porque ahora se las tiene
que ingeniar para crear algo de la nada y poder vivir, mientras el millonario dueño
del equipo de los Florida Marlins recibe como regalo por parte de la alcaldía 400
millones de dólares para pagar por un nuevo estadio. Indignado porque la clase
media en general prefiere seguir viendo Dancing
with the Stars que involucrarse al proceso político. Indignado porque en
Miami muchos latinos no pueden esconder su racismo y le echan la culpa a Obama
por los pecados generados por los blancos. Indignado porque la gente mayor que
él acepta pasivamente que el sistema corporativo ha comprado a sus
representantes y que ahora las ganancias de los millonarios son privadas pero
sus pérdidas son públicas. Ahora se dio cuenta que sus amigos vagos eran gente
como él, que están tratando de comenzar una vida profesional pero enfrentan un sistema completamente viciado y, peor aún, complaciente de la alienación de gente joven como él. Ahora
él es uno de los indignados y yo lo apoyo completamente. Es hora de salir a la
calle y ocupar Miami.
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