Saturday, May 5, 2012


La vida te da sorpresas, sorpresas te da la vida

En su columna de hoy Paul Krugman comenta sobre la transformación que ha sufrido la política en los Estados Unidos. Antes la sociedad norteamericana se caracterizaba por una cultura política de consenso, en la cual los partidos políticos avanzaban el proceso legislativo a través de empujoncitos en que tanto los demócratas como los republicanos conseguían solo un pedazo de lo que querían, pero al final, jugando-jugando, las políticas mejoraban. Producir un consenso era azaroso, a tal punto que se creó el refrán que dice “nunca veas como se hacen ni las salchichas ni las legislaciones.”  Ahora la situación es diferente. Estados Unidos es cada vez más desigual y, para Krugman,  esa desigualdad económica no es una casualidad. La concentración de la riqueza se debe en parte a la manipulación del partido republicano por parte de multimillonarios intransigentes que rechazan completamente el proceso de negociación para avanzar la agenda nacional. El daño causado por la intransigencia republicana, comenta Krugman, afecta el bienestar económico al promover políticas desquiciadas y desprestigiadas, como la presión para volver al estándar de oro y la insistencia en reducir los impuestos a los ricos bajo el supuesto que el beneficio de la rebaja la captura el pueblo (qué bolas!). La paralización de la legislatura en Estados Unidos se debe casi completamente al secuestro del partido republicano por millonarios de ultraderecha que además de no ser bien instruidos en materia económica son iglesieros reaccionarios. Pero qué se va a hacer; mientras existan multimillonarios dispuestos a comprar políticos siempre habrán políticos anuentes a ser comprados, polarizando el debate y paralizando el proceso legislativo. Lo interesante de esta situación es que mientras los Estados Unidos retroceden en su proceso democrático la mayoría de los países de América Latina avanzan hacia la consolidación de la democracia, desarrollando procesos legislativos que recuerdan a los Estados Unidos de hace 30 años. Con la excepción de Cuba—que se jacta de una democracia directa que no la cree ni Fidel—y con la excepción de Venezuela—que en este momento ignora sus propios mecanismos democráticos por causa de un populismo exagerado—los países de América Latina han avanzado poco a poco agendas nacionales que están aumentando la clase media y reduciendo la desigualdad. Hace 10 años hubiéramos dicho que los pájaros estarían apuntándole a las escopetas al describir esta situación, pero ahora vemos que son los partidos políticos norteamericanos quienes necesitan refrescar su entendimiento de cómo se maneja un país. 

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