La vida te da sorpresas,
sorpresas te da la vida
En su
columna de hoy Paul Krugman comenta sobre la transformación que ha sufrido la
política en los Estados Unidos. Antes la sociedad norteamericana se caracterizaba
por una cultura política de consenso, en la cual los partidos políticos avanzaban
el proceso legislativo a través de empujoncitos en que tanto los demócratas
como los republicanos conseguían solo un pedazo de lo que querían, pero al
final, jugando-jugando, las políticas mejoraban. Producir un consenso era azaroso,
a tal punto que se creó el refrán que dice “nunca veas como se hacen ni las
salchichas ni las legislaciones.” Ahora
la situación es diferente. Estados Unidos es cada vez más desigual y, para
Krugman, esa desigualdad económica no es
una casualidad. La concentración de la riqueza se debe en parte a la
manipulación del partido republicano por parte de multimillonarios intransigentes
que rechazan completamente el proceso de negociación para avanzar la agenda
nacional. El daño causado por la intransigencia republicana, comenta Krugman,
afecta el bienestar económico al promover políticas desquiciadas y desprestigiadas,
como la presión para volver al estándar de oro y la insistencia en reducir los
impuestos a los ricos bajo el supuesto que el beneficio de la rebaja la captura
el pueblo (qué bolas!). La paralización de la legislatura en Estados Unidos se
debe casi completamente al secuestro del partido republicano por millonarios de
ultraderecha que además de no ser bien instruidos en materia económica son
iglesieros reaccionarios. Pero qué se va a hacer; mientras existan multimillonarios
dispuestos a comprar políticos siempre habrán políticos anuentes a ser
comprados, polarizando el debate y paralizando el proceso legislativo. Lo interesante
de esta situación es que mientras los Estados Unidos retroceden en su proceso
democrático la mayoría de los países de América Latina avanzan hacia la consolidación
de la democracia, desarrollando procesos legislativos que recuerdan a los
Estados Unidos de hace 30 años. Con la excepción de Cuba—que se jacta de una
democracia directa que no la cree ni Fidel—y con la excepción de Venezuela—que en
este momento ignora sus propios mecanismos democráticos por causa de un
populismo exagerado—los países de América Latina han avanzado poco a poco
agendas nacionales que están aumentando la clase media y reduciendo la
desigualdad. Hace 10 años hubiéramos dicho que los pájaros estarían apuntándole
a las escopetas al describir esta situación, pero ahora vemos que son los partidos
políticos norteamericanos quienes necesitan refrescar su entendimiento de cómo se
maneja un país.
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