¿Y ahora qué hacemos?
Estados
Unidos y Europa están en una disyuntiva tremenda: Cómo deshacer los excesos del
estado protector al mismo tiempo que
mantener esperanzada a su población. En USA los jóvenes se sienten traicionados porque les habían prometido todo y ahora. Después de tres años—que para un
muchacho graduado de universidad en el 2010 es una eternidad—la situación laboral
es mala y el futuro luce incierto; no hay una narrativa política que los
entusiasme. En Europa los alemanes no hayan que hacer para entusiasmar a una juventud
española, griega, italiana y portuguesa, quienes consideran que viviendo del paro
y chiripiando trabajos en la economía subterránea no es un proyecto de vida.
El
indiscutible bienestar de la postguerra en USAy Europa poco a poco fue
reduciendo el empuje interno de sus habitantes, suavizando el esfuerzo
colectivo que comenzó a gozar de mejores salarios, mejores servicios, mejor
calidad del descanso y de menor esfuerzo laboral. Mientras tanto China, India,
y el resto de Asia, quienes en los años sesenta se estaban comiendo un cable,
comenzaron a producir para el mundo externo con el empuje de una población
joven que quiere tener lo que tienen aquellos. El resto del cuento ya lo sabemos. Lo que
no sabemos es como crear las condiciones para que el principal cliente de lo
producido en los países emergentes no se deteriore y el mercado mundial siga
creciendo para el beneficio económico de todos. Algunos multimillonarios--como George
Soros, Warren Buffet y Nick Hanauer--han comenzado a expresar lo que sus amigos
republicanos no quieren oír: hay que reducir la desigualdad en el mundo desarrollado.
Hay que volver a impulsar el crecimiento de la clase media, la cual se ha
deteriorado por creerle el cuento a los sinvergüenzas de Wall Street. La clase
media son las tetas del desarrollo económico: sin ellas no hay paraíso. Si un
grupo crítico de multimillonarios se suman a este punto de vista es posible que
poco a poco la narrativa política cambie y que USA y Europa elijan gobiernos que realmente respondan a su
juventud y no a sus poderosos.
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