Resolución para el 2012: Salvémonos
de nosotros mismos
En lo personal el
2011 fue un buen año para mí y mi familia, pero a nivel de sociedad las cosas
no estuvieron tan buenas que digamos. Fue un año de inestabilidad financiera
causada por nuestra insistencia en elegir a políticos que solo están interesados
en llegar al poder, pero que no comparten una visión coherente de largo plazo. Cada
quien fue por su lado mientras nuestros hijos entraban al mercado de trabajo enfrentando
un mundo hostil. Qué pena; estudiaron y mantuvieron una buena conducta para
luego no encontrar chamba y encima de eso, ver como la sociedad sigue con la
cabeza enterrada en la arena. La izquierda tradicional (léase los bróderes
Castro, su financista Hugo Chávez, Daniel Ortega, Evo Morales y el resto de los
que se empeñan e insisten en mantenerse en el poder a costa de un populismo refrito)
sabe que su modelo económico solo cuenta a mediano plazo. El financiamiento de sus
proyectos populistas solo funcionaría si pudieran fomentar mejor el crecimiento
económico a través de un mejor clima empresarial y de un claro reconocimiento de
las cosas buenas que tiene el sistema de mercado. Una cosa es una política
social responsable y la otra una lucha de clases que solo paraliza el
crecimiento económico. Por el lado de la derecha (léase USA) el modelo
económico basado en un capitalismo salvaje no es sostenible a mediano plazo
tampoco. El distanciamiento entre los que tienen cada vez más y la clase media
que se empobrece cada día más está creando una juventud cínica y desilusionada porque
se da cuenta que a los ricos con poder político no les importa un carajo el desarrollo
de la sociedad. Están resignados a enfrentar un período largo de bajo desempeño económico y
una angustia colectiva que no lleva a nada.
¿Qué hacer? La única respuesta que se me ocurre es pelear con
nuestra voz y nuestro voto (aún en Cuba, la voz ha comenzado a escucharse). En
todo el continente ya estamos embarcados en un sistema democrático—aunque tenga
imperfecciones—que llama a que cada uno de nosotros participe en el proceso
político, tanto a nivel local, como a nivel nacional, como votante, dando
opinión, involucrándose en el proceso. Ya sabemos el poema de Martin Niemöller que
dice así: Primero vinieron por los
socialistas y yo no hablé—porque yo no era socialista. Luego vinieron por los
sindicalistas y yo no hablé—porque yo no era sindicalista. Luego vinieron por
los judíos y yo no hablé—porque yo no era judío. Luego vinieron por mí—y ya no
había nadie que hablara por mí. Bueno, hablemos antes de que sea demasiado
tarde.
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