Es mejor que esté vivo
Al final, Manuel
Noriega regresó a Panamá frágil, temeroso y huraño. Fue directo a la cárcel El
Renacer, escondido de las cámaras, protegido por el Gobierno que no quiere que
se convierta en noticia, no vaya a ser que gente pendeja solo recuerde los
favores recibidos por alguien que hizo tanto daño a la nación. Rubén Blades, en
una de sus canciones más recientes dice:
El que apaga un cigarrillo en un charco’e sangre
Por su indiferencia se condenará.
Cuando matan a un
dictador queda solo una satisfacción efímera. Cuando un dictador sufre por años
en una cárcel eventualmente llega a inspirar lástima y eso es la peor condena que
le pueden dar.
(La foto arriba
está circulando en Facebook en Panamá; fue tomada en algún punto durante el
trayecto de Paris a Panamá)
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