Thursday, August 12, 2010

Blogueando sin vuvuzela; Primera Parte




Hace rato que pensaba escribir algo para el blog, pero siempre salía una vaina más asombrosa que la anterior, provocando en mí una especie de otitis testicular, es decir, una inflamación de las joyas de la familia producida por la contaminación acústica resultante de oír las tragedias institucionales del país. Escribir sobre una realidad tan deprimente no es fácil.

Primero, como lo refleja mi bróder Emila Persola, hay que gozar escribiendo, lo cual cada vez es más difícil, considerando que cada vez que uno se da vuelta los precios de las cédulas suben y el acuerdo con el FMI se monta en la cola de un venado. Cuándo sale el comentario, ya está desfasado.

Segundo, como lo dice la antipudorosa Gioconda Belli, una gran parte de los comentarios de los lectores tratan de desacreditar al bloguero, o de ofenderlo, repitiendo consignas que a todo el mundo le suenan como las vuvuzelas del mundial: un sonido tedioso y cansón que no tiene nada que ver con la emoción del partido. Las vuvuzelas mentales de los comentaristas malintencionados deslucen al blog como espacio de debate que debería ser celebrado como una expresión de la libertad de pensamiento y no una expresión de borreguismo ideológico. Cierto, como dice La Gioconda, de vez en cuando salen comentarios interesantes que ayuda al bloguero a retomar el impulso; por eso estoy aquí de nuevo.

Tercero, no hay balas mágicas ni recetas claras para el avance del país. Lo único que un bloguero puede ofrecer es una idea para ayudar a generar más ideas. A veces, la realidad es tan agobiante, que esas ideas pueden parecer insignificantes, aunque no lo son. Nadie entra a estudiar ingeniería y a los 15 minutos se retira del programa pensando, “no jodás, tengo 833 exámenes de matemáticas que pasar; mejor me voy a buscar un huesito en la alcaldía.” No es cuestión de paciencia; es cuestión de perseverancia.

Para poder comenzar de nuevo después de una larga ausencia he decidido revisar algunas de las noticias que me parecen indicativas de que somos un país con esperanza, aún cuando la noticia misma sea deprimente. Es decir, el mero hecho de traer al debate un hecho que atenta contra el desarrollo del país, ya es un progreso, aunque sea pequeño.




El Imperio Venezolano. Todos sabemos que Hugo Rafael le ha dado un cachimbo de plata a Daniel, pero dado que rendir cuentas no está en la agenda Chavista u Orteguista, nosotros no sabemos si los fondos son prestados, si son regalados, ni cuanto es, ni que se compró con eso, ni quienes son los lavanderos de la generosidad financiera Bolivariana. Lo único que oímos es que gracias a la voluntad de Hugo Chávez—Ubérrimo guachimán de los huesos de Bolívar—los empleados públicos de Nicaragua reciben unos bonos súper generosos que les ayuda a salir de la pobreza crónica. ¿Por qué tanto secreto? Porque el Gobierno se puede dar el lujo de mantenerlo. Ni los diputados—que recibe cañonazos con cierta regularidad para hacerse los sordos—ni la contraloría, ni el procurador, ni las instituciones ministeriales dicen ni pío. (Por supuesto, lo mismo pasaba cuando Tacho, pero eso es precisamente el punto a discutir: estamos en medio de un NeoSomocismo pero sin el folclor de los uniformes militares al estilo de Trujillo). Cuando el Banco Central tuvo que aceptar la realidad que los bonos no podían entrar al presupuesto por no estar dentro del manejo prudencial de la economía, Daniel dijo: tranquilos, lo vamos a repartir en las esquinas y así se hizo, como cuando Doña Yoya repartía juguetes a los hijos de la tropa en el Casino Militar. A cambio de la generosidad Bolivariana—una especie de testarudez testicular de Hugo Rafael—Nicaragua tiene que reírle los chistes, celebrar como sabios pronunciamientos las expropiaciones arbitrarias, y besarle el culito cada vez que es requerido por el mantenimiento de la imagen de tan gran estadista.




La Corte Suprema de Justicia. Ser magistrado debe ser vergonzoso, pero cómo se goza!. Chofer, camioneta con aire acondicionado, guardaespaldas, celular y solo hay que hacerle caso a un jefe. De a cachimba. Una vez me tocó ver como le cortaban el pelo a un narco en la barbería del Hotel Santo Domingo, en República Dominicana. El tratamiento era completo: manicure, pedicure, corte de pelo (más bien, una delicada y entretenida podadita al mini afro caribeño que llevaba) y afeitada, mientras el guardaespaldas esperaba atento en la puerta. El narco llamaba a Nueba Yol por celular en esos tiempos cuando llamar por celular era carísimo y llamar a Nueba Yol una extravagancia, especialmente si la conversación era así:
--“Oye, Papo, pero ben acá, cómo tú tá? Cómo ta la baina, mielmano?... Síííí, aquí en Santo Domingo pasando el fin de semana….. pero llego el lune pa que hablemos de aquello, ta bien? Y la mujere?”
El barbero, en un momento de confianza en una pausa entre llamadas le preguntó:
--“oye, y ese que ta yí afuera, quién es?”
--“ese é mi lambón. Tú sabe bien quel que no tiene Jeepeta, querida, celulal y lambón, no tá en ná”.
Yo no sé si los honorables de la CSJ tienen querida, pero el resto sí lo tienen.

En la próxima hablamos de la cultura política Nicaragüense, de su Eminencia y otros temas románticos.